viernes, 5 de septiembre de 2008

Tertulianos

Dice Gianni Rodari que, a veces, el vidrio usa sombrero. Que se ha puesto de moda de un tiempo para acá, porque de otro modo, los pensamientos se le leen en la cabeza.
Pero, en realidad, fueron los tertulianos los que le encontraron una utilidad alterna; una usanza excéntrica que sólo con el paso de los años se ha logrado reducir a la cotidaneidad.
Desde la ventana, los tertulianos parecen sostener una animada conversación. Incluso a través del cristal, su plática inequívoca podría pasar por un ejercicio de canto operístico y de concentración. Es el que está afuera el que habla primero: se eleva delicadamente sobre el pico y repiquetea con las alas hasta hacerce entender. Dentro, los bigotes le contestan apoyados sobre el tracto rugoso de la alfombra; su cola subiendo por momentos y desflecándose en el aire, trata de llenar el espacio de una proxémica inútil y acechante.
Es curiosa esta conversación inter-especie, tan llena de paralenguaje.
Y cuando al fin logran llegar a un acuerdo, sus voces mediáticas se cuelan por la habitación:
Será mejor trasladar la tertulia hasta la puerta.

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