domingo, 20 de enero de 2008

DE Virtualibus Imagines

Sentado sobre el alfeizar de la ventana, Gallileo le habla en secreto con aquellos ojos gatunos que lo delatan por las noches. En silencio le cuenta que ella ha sido su primer amor con su voz aguda y sus caderas flotantes.

Gallileo sabe que cuando muera, no quiere ser enterrado cerca de ella. Julieta piensa exactamente lo mismo. Gallileo quiere ver cómo ella como ella cumple sus sueños, incluso si son rebuscados. Julieta desea que él sea feliz, aunque secretamente anhela algo de esa felicidad. Julieta desea ver las estrellas y escribir un libro. Gallileo quiere volar y conquistar el mundo en aras de la justicia. Puede que Gallileo sea marxista, Julieta no soporta la política. Aún así, viven juntos y Julieta cocina.

Justo cuando Gallileo se desespereza con un largo y satisfecho bostezo, Julieta se detiene a mirarlo para ver si puede atisbar, en su garganta, los secretos del universo. Gallileo cierra sus tiernas fauces y se lame los bigotes que parecen de leche, cuando por fin, Julieta encuentra la verdad que habla de lo que desea.

Julieta tiene dos pasiones en la vida: escribir y los gatos. Así que entonces, resulta evidente que jamás escriba sobre gatos. No es de las que mata dos pájaros de un tiro.

Aves lácteas, piensa Gallileo.

Otra cosa sería si sus bigotes fueran de leche y él pudiera volar.

Mientras Gallileo se acomoda en uno de los sillones, Julieta aprovecha el desacompasado silencio de la tarde - noviembre para repiquetear el teclado. Al principio, Gallileo pensaba que “los ruidos de Julieta” eran una melodía descompuesta, ahora se voltea en el sillón sin siquiera notarlo.

La letra favorita de Julieta es la “H”; porque cuando no tiene ideas en la mente, la presiona con suavidad, y además, por que es la única que la deja pensar: es muda. Últimamente, la presiona a menudo. Preocupada, toma otra taza de café y se dirige de nuevo a la computadora. Y cuando está segura de que los cuadros de la estancia ya no le murmuran, se queja quedito y se vuelve al trabajo.

Por las noches, Gallileo despierta sin sorprenderse por el hecho de que Julieta siga frente a la computadora; en vez de eso, camina lento, estirándose en los primeros pasos, hasta la mesita llena de libros donde Julieta tiene la computadora. Y luego, con ojos inquisitivos y un pequeño maullido le pregunta dos cosas: ¿puedo subir? y ¿cuál es tu sueño, Julieta?

Por toda respuesta, Julieta voltea la silla y le deja subir azorada todavía con el elegante caminar del centelleante animal. Pero Gallielo no se conforma, por que él siempre, casi siempre, consigue lo que quiere:

Aún no puede volar. Pero eso sí, va a conquistar el mundo.

sábado, 19 de enero de 2008

Efervescente


... y de repente, el mundo cambió.