jueves, 11 de septiembre de 2008

Un caso común de allanamiento


El médico dijo que estaba mal. Pero aseguró, que de no haber sido por una buena coordinación del sistema inmunológico y del digestivo, el resultado habría sido aún peor. Al final, el palpitar se había detenido.
Lejos de tomarse un descanzo, los múgridos se pusieron a recorrer la habitación, caminando con pequeños pasos entretejidos, que parecían trazar un camino complicado sobre las lozas del piso. Si se paseaban por la cocina, conteniendo la respiración, incluso podían fingir que nada había sucedido; que podían vivir tranquilos y ser libres. Pero a medida que sus pies los conducían al eje central del corredor, el eco irremisible del vacío podía sentirse en los oídos como un zumbido circunspecto, atrapado en el aire.
Los múgridos no lloraron. Ni siquiera juraron cobrar venganza.
Como únicos testigos, los legajos de papel y ritos menos importantes hechos girones, evidenciaban desde el piso, la lamentable condición que había producido el allanamiento. Posar los ojos sobre ellos, era como un reconocer aquiescenciente. Era aceptar que aunque les habían robado, les habían dejado, en cambio, la escencia vagabunda de la pérdida.

viernes, 5 de septiembre de 2008

Tertulianos

Dice Gianni Rodari que, a veces, el vidrio usa sombrero. Que se ha puesto de moda de un tiempo para acá, porque de otro modo, los pensamientos se le leen en la cabeza.
Pero, en realidad, fueron los tertulianos los que le encontraron una utilidad alterna; una usanza excéntrica que sólo con el paso de los años se ha logrado reducir a la cotidaneidad.
Desde la ventana, los tertulianos parecen sostener una animada conversación. Incluso a través del cristal, su plática inequívoca podría pasar por un ejercicio de canto operístico y de concentración. Es el que está afuera el que habla primero: se eleva delicadamente sobre el pico y repiquetea con las alas hasta hacerce entender. Dentro, los bigotes le contestan apoyados sobre el tracto rugoso de la alfombra; su cola subiendo por momentos y desflecándose en el aire, trata de llenar el espacio de una proxémica inútil y acechante.
Es curiosa esta conversación inter-especie, tan llena de paralenguaje.
Y cuando al fin logran llegar a un acuerdo, sus voces mediáticas se cuelan por la habitación:
Será mejor trasladar la tertulia hasta la puerta.