viernes, 15 de agosto de 2008

Ants

Mi madre las observaba con desdén. Como si su presencia inesperada en la línea, les confiriera un aspecto grotesco que se incrementaba irremediablemente entre la multitud.

Era evidente que no terminaría. Que la fila seguiría avanzando y que, paradójicamente, iríamos hacia atrás. En retroceso.

¿Y si alguna de ellas tenía familia? ¿O si alguien las esperaba al otro lado? ¿Tenían menos derecho de estar ahí que nosotros?

Sólo mi madre disparó. La fila se dividió entre terror y muerte; y cuando parecía que ya no quedaba ninguna, salió del jardín y simplemente sonrió.

Control de plagas, había dicho. Ése era el eufemismo.