Doxa
A veces, dice, cree que aún puede ver; que si se concentra por un rato, tras la oscuridad de sus párpados, y cierra los ojos con fuerza antes de dormir, todo dejará de ser luz y sombras y el mundo será menos gris. O no.
Es como si se encontrara asintiendo desganadamente a ese monólogo aburrido que la gente demasiado optimista le repite todo el tiempo. Todo es cuestión de perspectiva. Y la suya, es un afán perdido entre la pupila y el nervio óptico.
Detenido entre ayer y hoy, sus ojos desenfocados se deslizan por la confusión de la mañana o el sinsabor velado de la tarde. Es igual. Su ritmo circadiano se ha perdido por completo.
Tal vez, algún día, consiga dejar de sentarse en silencio frente al televisor, como si esperara que sucediera algo de un momento a otro. Tal vez, algún día se convierta en otra alegoría.
Tal vez, algún día, consiga dejar de sentarse en silencio frente al televisor, como si esperara que sucediera algo de un momento a otro. Tal vez, algún día se convierta en otra alegoría.
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