Para Pancho,
con cariño y sin literalidad.
Los patrones climáticos jamás entendieron de eventualidades. Lucía tampoco. Sin embargo, algunas veces, sobre todo aquellas que le pertenecen a alguien, específica y concienzudamente, son lo único de lo que podemos fiarnos para definir el Ante tempus. Y si, en su esencia consustancial, la predicción falla, siempre pueden decantarse completamente por ser víctimas y victimarios de las circunstancias. Sólo en este caso, único y particular, es que su caos existencial no puede evitar la fútil comparación. Y, aún sabiendo esto, la connotación resulta evidente en cada oportunidad. Después de todo, Lucía ha decidido confundirse (a sí misma) con una especie de nubarrón meteorológico, la mayor parte del tiempo.
Desde arriba, la tierra llueve. Lucía también. Mientras los estratos de las capas terrestres se precipitan por el aire, no hay nada que se pueda hacer. Salvo cambiar el canal del televisor. El mundo, ahora, es el mismo. Ashkelón está cubierto de un gigantesca tolvanera negrísima y permanente. Más allá, en las alturas, no hay nubes. La naturaleza lo ha descifrado ya. Debería estar celosa.
Lucía, por lo general, vive sumergida en el pretérito imperfecto. El clima, por su parte, es defectivamente transitivo, relativo e inexacto. Inexacta. Y se distiende en un tiempo muy distinto al de Lucía. Ese, precisamente, en el que no existen las guerras ni la televisión. Es una ecuación contradictoria (también Lucía), propiamente selectiva e innegablemente episódica. Anecdótica. Víctima de la incomprensión ficticia. Aleatorio. Aleatoria.
En Gaza llueve otra vez. Un centenar de artilugios bélicos se derraman a raudales por el suelo. 642, Lucía ya ha dejado de contarlos. El clima también ve llover. Justo ahora, la alusión accidental es sólo un irónico consuelo; y su presencia votiva, una muestra inherente de la casualidad.
La atmósfera, en Gaza, está llena de inquietud. La de Lucía, es un ambiente de tensión palpable, sin punto de retorno. Los trazos deformados de los cúmulos, indican que hoy, al clima también le ha dado por prescindir del elemento sorpresivo. "La crisis humanitaria, en Gaza, si Irael no levanta el cerco, está próxima, es inminente" (Zin, Hernán). La crisis de Lucía, por otro lado, ya ha sobre poblado su pretérito imperfecto.
Aún con todo esto, Ante tempus, no resulta del todo inesperado que el pronóstico del tiempo, con el tiempo, indique que el clima está por mejorar. Ni para Gaza, ni para Lucía.
Desde arriba, la tierra llueve. Lucía también. Mientras los estratos de las capas terrestres se precipitan por el aire, no hay nada que se pueda hacer. Salvo cambiar el canal del televisor. El mundo, ahora, es el mismo. Ashkelón está cubierto de un gigantesca tolvanera negrísima y permanente. Más allá, en las alturas, no hay nubes. La naturaleza lo ha descifrado ya. Debería estar celosa.
Lucía, por lo general, vive sumergida en el pretérito imperfecto. El clima, por su parte, es defectivamente transitivo, relativo e inexacto. Inexacta. Y se distiende en un tiempo muy distinto al de Lucía. Ese, precisamente, en el que no existen las guerras ni la televisión. Es una ecuación contradictoria (también Lucía), propiamente selectiva e innegablemente episódica. Anecdótica. Víctima de la incomprensión ficticia. Aleatorio. Aleatoria.
En Gaza llueve otra vez. Un centenar de artilugios bélicos se derraman a raudales por el suelo. 642, Lucía ya ha dejado de contarlos. El clima también ve llover. Justo ahora, la alusión accidental es sólo un irónico consuelo; y su presencia votiva, una muestra inherente de la casualidad.
La atmósfera, en Gaza, está llena de inquietud. La de Lucía, es un ambiente de tensión palpable, sin punto de retorno. Los trazos deformados de los cúmulos, indican que hoy, al clima también le ha dado por prescindir del elemento sorpresivo. "La crisis humanitaria, en Gaza, si Irael no levanta el cerco, está próxima, es inminente" (Zin, Hernán). La crisis de Lucía, por otro lado, ya ha sobre poblado su pretérito imperfecto.
Aún con todo esto, Ante tempus, no resulta del todo inesperado que el pronóstico del tiempo, con el tiempo, indique que el clima está por mejorar. Ni para Gaza, ni para Lucía.